Fragmentos de una mamá educadora
Continuando con la sección de nuestra editorial, de la mano de la Licenciada María Graciela Bitar, sobre los problemas sociales que pueden ocurrir en cualquier familia, hoy presentamos este texto titulado «Fragmentos de una Mamá educadora».
“Siempre se me ha considerado una excelente maestra. El director de la escuela mandaba frecuentemente a mi clase a los niños que por uno u otro motivo le preocupaban más.
Sin embargo, hace algunos años tuve un sentimiento de fracaso total, había perdido la fe en mí misma.
Encontrarme un hijo en casa que a los 21 años te dice “ yo me drogo” y no haberme dado cuenta de que estaba mal, sonaba impiadosa. Los malestares de los hijos deberían percibirse al mínimo signo.
Me preguntaba una y otra vez “pero ¿cómo vivo por años junto a una persona que es mi hijo, le doy de comer, de vestir, de dormir, me preocupo de aquello qué hace y qué no hace y después, cuando esta mal no me doy cuenta?. Pero ¿qué clase de madre soy?.
Es cierto que los malestares pueden nacer también por causas externas a la familia, pero los padres tienen el deber de darse cuenta y me preguntaba también “ Si
no conseguí darle a mi hijo lo que esperaba ¿qué le habré dado a mis alumnos en la escuela?¿Era capaz de desarrollar el programa .., o también de transmitir valores?
Ahora a unos años de distancia no siento más este sentimiento de culpa. He revisado mi pasado, he comprendido mejor mis errores y mi hijo, junto a la familia, ha completado un camino de recuperación.”
( Extracto de una carta escrita por Irene Lucci. Revista Bimestral del Centro Italiano di Solidarieta, Roma, julio,1991).
Leyendo este fragmento resulta imposible no sentirse identificado con algún aspecto de esta historia. Es dificil en esta vida no tener problemas pero entendemos que forma parte de ella y del aprendizaje que se hace a través del dolor.
En una sociedad alcanzada por una complejidad creciente, algunos jóvenes especialmente pueden tener dificultades para enfrentar la realidad.
El avance de la tecnología y de otros factores someten a la persona a ser bombardeada por tantos mensajes que se constituyen en una programación puesto que el sujeto como
lo expresa muy bien el psicólogo social Alfredo Moffat “Los jóvenes pueden tener dificultades para organizar su vida. En cualquier momento el sentimiento de existencia pierde el sentido y cae en la vivencia del vacío, de presente continuo, esta sensación de conciencia detenida, es productora de un gran monto de angustia, pues se configura como angustia de muerte. Este sentimiento de soledad es insoportable y cualquier cosa para salir de él es útil”.
Por eso es necesario que como padres no sentirnos culpables, a veces, sin saberlo, cometemos errores y el entorno social condiciona para agravar esto. Es sumamente útil recurrir a pedir ayuda, a fundaciones o entidades públicas y o/privadas, que en una comunidad terapéutica trabajen está problemática de consumo y sea un compromiso entre el joven afectado y su familia.
Algunas causas que pueden llevar a la problemática de consumo u otra patología están referidas a tener malos resultados en el rendimiento escolar, discusiones entre sus padres, enfermedades graves de algún familiar, rompimiento con un novio/a,
pérdida de un amigo cercano, angustia por una enfermedad o daño personal o generalmente una combinación de éstas.
Muchos adolescentes tratan de calmar su dolor recurriendo al sexo, a la droga, al alcohol, sólo para meterse en más problemas , por eso los accidentes, homicidios y suicidios son las tres causas de muerte entre los 15 y 19 años aproximadamente.
Debemos los adultos como miembros de una familia tener conciencia de todos estos trastornos y pedir ayuda en esa herida emocional que el adolescente/ joven no puede superar por sí mismo.
Por María Graciela Bitar / D.N.I. 17.375.030
-Lic. En Gestión Educativa Institucional y Curricular.
UNCuyo. Operador Socio-terapeútico en Adicciones