Operativo rescate en Las Salinas para sacar peces de una laguna que se seca

Operativo rescate en Las Salinas para sacar peces de una laguna que se seca

Los baldes pasan de mano en mano en una especie de cadena humana que comienza en el interior de la laguna y culmina con un último eslabón, el encargado de verter su contenido en alguno de los tres tanques de 700 litros. En los baldes, los peces se mueven frenéticamente y salpican agua salada. 

Los primeros salen del espejo de agua a las 19:30 del martes 3 de diciembre y los últimos llenan el tercero de los tanques sobre la caja de una  camioneta 8 horas después, pasadas las 3:30 del miércoles 4. Durante ese tiempo, en esas casi 8 horas, los protagonistas apenas paran unos minutos para cenar algo rápido y descansar algunos minutos.

Ignacio Blanco / Los Andes

 

Ignacio Blanco / Los Andes

Ni siquiera se hacen un tiempo para dormir y eso que la primera parte del operativo culmina recién durante la siesta del miércoles. “¡Percas!” o “¡Pejerreyes!” son los gritos que más se escuchan en la inmensidad del apacible silencio, claves para que el último en recibir los baldes sepa en qué tanque debe descargar los ejemplares.

Más de 30 personas -entre Guardaparques, personal de Náutica (ambos de la Dirección de Recursos Naturales), además de balseros de El Nihuil y El Carrizal participaron de un intenso e inédito operativo de rescate de especies autóctonas de peces en la Laguna de las Salinas, de San Rafael. 

Lo hicieron en dos etapas, entre el martes y el jueves pasados y alertados ante una problemática irreversible: de las 3.100 hectáreas que tenía este espejo de agua en 2001 (cuando fue declarada Área Natural Protegida provincial) solo quedan 40 hectáreas y en retroceso.

Pesca. Centenares de pejerreyes y percas están siendo capturados para su traslado. El operativo demanda esfuerzo y coordinación | Ignacio Blanco / Los Andes

 

Salvados. Las redes atraparon centenares de ejemplares. | Ignacio Blanco / Los Andes

“Se está secando la laguna. Este es uno de los tres sitios mendocinos donde se da el pejerrey patagónico (además de en Nihuil y Llancanelo), que es una especie autóctona. A ello se suma que en El Carrizal hubo perca alguna vez, por lo que es posible incorporarla. Por esto estamos haciendo este operativo de rescate”, sintetiza el jefe de Náutica de la Dirección de Recursos Naturales, Gustavo Solá, en uno de los pocos parates que hicieron y cuando ya estaba entrada la noche en esa zona del valle sanrafaelino.

Sólo entre la noche del martes y la madrugada del miércoles (primera parte del operativo) lograron retirar y trasladar a los otros embalses más de 800 peces. Los pejerreyes a El Nihuil y las percas se las llevó al Carrizal.

Ignacio Blanco / Los Andes

Extraoficialmente el dato que manejan desde esta dependencia de la Secretaría de Ambiente es que -de continuar y agravarse la crisis hídrica- la Laguna de las Salinas podría secarse por completo durante los próximos años. Es que el Arroyo Lechuzo, uno de los afluentes que supo tener el espejo hace ya años que no lleva agua.

Riqueza de ecosistema

El área en peligro se encuentra a casi 260 kilómetros de la Ciudad de Mendoza y a 40 kilómetros del Embalse del Nihuil. A diferencia de otras áreas protegidas no recibe visitantes y las posibilidades de acceso son casi nulas. De hecho, quedan reducidas a camionetas y la vía menos complicada para ingresar es por medio de un puesto privado.

En las inmediaciones sobresalen las salinas que dan nombre al lugar y los restos de lo que algunas vez fueron refugios y talleres del ferrocarril. Como testigo de ello quedan las deterioradas y oxidadas vías y la laguna se encuentra más adentro aún. Antes del anochecer, a la distancia se ve el reflejo del agua. Y también el barro seco que marca hasta dónde llegó la laguna en sus años de esplendor.

Ignacio Blanco / Los Andes

 

Ignacio Blanco / Los Andes

Al ser agua salada y no haber en la zona ningún poblado, el aporte del recurso hídrico tiene que ver con la flora y la fauna. En algunos sectores de la costa se observa pulular durante el día a nutridos grupos de flamencos. Mientras que si uno se queda quieto y en silencio, también podrá ver maras o liebres cruzar a toda velocidad. Zorros, choiques y jabalíes completan la fauna del lugar y también los peces. 

“Con el retroceso de la laguna en los últimos años, han muerto varios peces. El tema es que es difícil encontrarlos en la costa porque los jabalíes vienen por la noche y ‘limpian’ lo que queda en la costa”, reconstruye algún miembro del operativo durante una pausa.

El hecho de que sea uno de los pocos espejos en los que coexisten especies 100% autóctonas y donde no ha existido manipulación genética refuerza aún más la importancia de preservar estos ejemplares.

Esfuerzo

Pasadas las 19:30 del 3 de diciembre, las 5 camionetas dispuestas para el operativo de rescate de peces ya están estacionadas en la zona más firme de lo que fue la Laguna de las Salinas alguna vez. A ellas se suman vehículos particulares de los balseros del Nihuil y del Carrizal.

La decisión de trabajar cuando cae el sol -ese que se pierde entre las nubes, detrás del cerro Diamante y que regala una escena de postal-, tiene que ver con que la temperatura es lo suficientemente baja como para alterar lo menos posible el metabolismo de los peces, cuando se los traslada de la laguna a los tanques.

En total son entre 25 y 30 personas las que repiten una y otra vez el mismo procedimiento. Durante la noche y la madrugada, los pescadores trabajan con vinchas linternas en sus cabezas, y con un reflector que los guia para introducirse a la laguna.

Con el wader colocado (un traje impermeable de neoprene similar a una jardinera), los rescatistas se introducen y caminan varios metros hacia el interior de la laguna. Llevan una red de arrastre consigo y la extienden a lo largo de su avance en paralelo a la costa.

Así hasta regresar nuevamente a la orilla y completar una especie de semicírculo. Luego acercan la red a la costa y cuando todos los peces quedan en un espacio reducido, los sacan con redes del estilo copo y los dejan en tachos de plástico.

Estos recipientes están llenos con agua del lugar y también con un “preparado” de hielo, sal y oxígeno para moverse sin inconvenientes en la zona más próxima a la laguna.

Lejos, en tierra firme y en las cajas de las camionetas yacen los tres tanques y allí va colocando en grandes cantidades los peces que trasladados desde la orilla.

Traslado

Los pejerreyes patagónicos representan el menor número de ejemplares rescatados y han sido llevados a la estación piscícola del Club de Pescadores San Rafael (en El Nihuil). Su traslado se completó directamente en las mismas camionetas, por lo que a las 6:30 del miércoles esa parte del operativo llegó a su fin.

No obstante,  para completar el rescate de las percas aún quedaban por delante varias horas. Hasta las vías del tren lindantes con el pueblo fantasma, estos peces fueron trasladados en las camionetas con sus tanques portátiles. Pero, a diferencia de lo que ocurrió con los pejerreyes, para llevar a las percas hasta El Carrizal esperaba un camión cisterna de la municipalidad de Rivadavia.

Una vez más entonces los rescatistas pasaron los peces desde los tanques de las camionetas hacia el interior del camión. Y a las 6:30 del miércoles y cuando despuntaba el alba salió el camión de Rivadavia hacia el Carrizal (240 kilómetros). También lo hicieron los balseros acompañados por una de las camionetas de Recursos Naturales. 

Pasadas las 11:30, el camión llegó al camping Junín (del lado rivadaviense de El Carrizal) y comenzaba allí la etapa final del primer día de rescate. Ya con el camión en el interior del camping -y con colaboración de gente del lugar, que se sumaron a los balseros y al conductor del camión-, los peces fueron retirados de la cisterna. Una vez más, la cadena humana y los baldes que fueron y volvieron entre las manos y llevando peces. Para aclimatarlos, primero se los dejó durante algunos minutos en uno de los tanques portátiles. Y luego se los liberó directamente en el embalse.

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