El único consenso entre los políticos es no bajar la inflación, al menos por ahora

El único consenso entre los políticos es no bajar la inflación, al menos por ahora

Si la oposición tiene la intención de implementar un plan de estabilización y lo presenta ahora, correría el riesgo de desgastarse. Y el ala moderada del Gobierno se ha quedado sin alternativas y sin credibilidad para implementar un plan. El kirchnerismo, por su parte, entiende que los votos se ganan con consumo.

Buena parte de los temas políticos, económicos y sociales de la Argentina están atravesados por una sola cuestión: los precios. Es que un régimen de alta inflación como el actual, todo lo altera. Ayer, Alberto Fernández, Martín Guzmán y Sergio Massa se reunieron con la cúpula de la CGT y anunciaron que el nuevo piso del Impuesto a las Ganancias pasa a ser de $280.000. El tema había generado un contrapunto entre el ministro de Economía y el jefe de la Cámara de Diputados, que el jueves en un acto realizado en Las Heras, junto a Sergio Berni, pidió que “el Estado haga un esfuerzo a la par del que hacen los trabajadores y los empresarios”.

El ministro de Hacienda se mostraba reacio a subir el mínimo imponible, porque implica resignar una parte de la recaudación. Aunque no se trata de una cifra significativa, cada peso cuenta considerando que las metas pactadas con el FMI parecen cada vez más difíciles de cumplir.

El tema abrió un enésimo foco de conflicto en el FDT, con la particularidad de que esta vez el rol protagónico no fue del kirchnerismo (como nos tenía acostumbrado), sino de Sergio Massa, que aprovechó el debate por el Impuesto a las Ganancias para diferenciarse. Esta vez el conflicto parece haberse cerrado rápidamente con los anuncios de ayer, pero ¿cuánto tiempo se necesitará para que el nuevo mínimo imponible de $280.000 quede desactualizado?

Estamos acostumbrados a que la discusión por Ganancias aparezca recurrentemente, pero el nuevo entorno, con una inflación proyectada para el 2022 de al menos el 70%, necesariamente provocará que este debate se repita de forma más frecuente. Por eso, de lo que se trata en el fondo es de la inflación.

La reunión entre Alberto Fernández, Martín Guzmán, Sergio Massa y la CGT, antes de anunciar el aumento del mínimo no imponible. (Foto: Télam).
La reunión entre Alberto Fernández, Martín Guzmán, Sergio Massa y la CGT, antes de anunciar el aumento del mínimo no imponible. (Foto: Télam).

A partir de junio, las tarifas de luz y gas llegarán con aumentos en torno al 20%. Se trata de un tema sensible para Cristina Kirchner, que está convencida de que estos aumentos deterioran su competitividad electoral y la deslegitiman de cara a la sociedad. En el pasado, el kirchnerismo criticó duramente los aumentos de Mauricio Macri, haciendo de esta cuestión una de sus banderas políticas. La política económica redistributiva de Cristina se basó precisamente en el atraso constante de las tarifas de servicios públicos, a un punto tal de que los subsidios se convirtieran para el Estado en la carga insostenible que son hoy.

Incluso los duros “tarifazos” de Macri, tal como los presentó el kirchnerismo, fueron insuficientes para regularizar la situación, porque la inflación nuevamente hizo lo suyo y alteró los precios relativos de la economía. Un informe reciente de la consultora Invecq mostró que volver a una estructura de precios como la que regía en abril de 2019 requeriría de aumentos en la electricidad mayores al 250%. En realidad, no se trata de ni de la luz, ni del gas, se trata de la inflación.

Cuando hablamos del atraso en el dólar oficial, también estamos hablando de inflación. De hecho, es una de las pocas anclas que tiene el Gobierno para intentar contener (sin éxito) el aumento de los precios. La aceleración inflacionaria y el dólar corriendo por detrás genera una perdida constante de la competitividad de los productos argentinos e incentiva a las importaciones.

El único consenso entre los políticos es no bajar la inflación, al menos por ahora

El jueves, organizaciones de izquierda y movimientos sociales participaron de una jornada nacional de protestas. Se dirigieron a algunas de las plantas productoras de alimentos, a la sede de la Secretaría de Comercio Interior y al ministerio de Desarrollo Social. Los manifestantes se movilizaron en rechazo a “los abusivos aumentos de los precios” de los productos de la canasta familiar. También hubo una marcha “contra el hambre” en La Plata, con críticas a Andrés Larroque, porque no quiso recibir a quienes protestaban. Es decir, en el centro del creciente conflicto social, se encuentra la inflación.

Parece ser que con cada tema que se discute en Argentina la inflación está presente. Paradójicamente, la clase política termina hablando siempre de las consecuencias, pero no sobre las causas; buscando soluciones parciales para las complicaciones que se van generando, y no un plan integral que permita resolver la raíz de estos problemas. Esto se debe a que el Gobierno necesita de la inflación para licuar el déficit. Y, en este caso, no hay grieta: la oposición, si gana en 2023, percibe que podría necesitar el mismo mecanismo. Quizás por eso Juntos por el Cambio no se anticipa a presentar un plan económico alternativo, el cual permitiría anclar las expectativas y comenzar a reducir la inflación.

Una mujer sostiene una pancarta contra la suba de los precios de los productos que componen la canasta básica este jueves durante una manifestación de organizaciones sociales. (Foto: NA / Daniel Vides)
Una mujer sostiene una pancarta contra la suba de los precios de los productos que componen la canasta básica este jueves durante una manifestación de organizaciones sociales. (Foto: NA / Daniel Vides)

Gran parte del debate está cruzado por la inflación, la cual genera una innumerable lista de problemas y es foco de conflicto constante, directa o indirectamente, entre Gobierno y oposición, y entre las distintas facciones del FDT. Sorprendentemente, un solo consenso asoma entre tanto alboroto y confusión. El único consenso, compartido entre la dirigencia política, parece ser el de, al menos por ahora, no bajar la inflación.

Si la oposición tiene la intención de implementar un plan de estabilización y lo presenta ahora, correría el riesgo de adelantar un juego discursivo que puede generar desgaste y tener severos costos electorales. Por otra parte, el ala moderada del Gobierno se ha quedado sin alternativas: a esta altura no cuenta con la credibilidad ni tiene la capacidad política para implementar un plan de estas características.

A su vez, para el kirchnerismo los votos se ganan con consumo, y esto se logra alimentando el ciclo económico, con déficit fiscal y atraso tarifario y cambiario. Según su concepción, el manejo de la economía parte de una cuestión voluntarista. En la oposición hay otras ideas, que tibiamente empiezan a asomar. Sin embargo, lo que predomina por ahora es el consenso inflacionario.

Fuente: TN