La trastienda de la carrera por la vacuna argentina contra el coronavirus

La trastienda de la carrera por la vacuna argentina contra el coronavirus

Cuáles son los proyectos, en qué etapas están y qué financiamiento requieren.

En total hay seis iniciativas de sueros locales. Se tratan de desarrollos de “segunda generación”, ante la posibilidad de que el virus se quede durante un tiempo.

Amén de la compra de dosis importadas y de la producción local de Oxford-AstraZeneca y Sputnik V, avanzan en la Argentina seis proyectos de vacunas locales contra el coronavirus. Son desarrollos de “segunda generación”, atentos a un virus que se quede durante un tiempo y desafíe la eficacia de los sueros que circulan en la actualidad, tal como lo determina la aparición de variantes de preocupación a a lo largo y a lo ancho del planeta.

La Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) aprobó el financiamiento para dos nuevos proyectos que se sumarán al de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y el Conicet -el más avanzado hasta el momento-, y a otras tres iniciativas en marcha.

Los proyectos adjudicados pertenecen a investigadores del Conicet en asociación con otras instituciones del sistema científico-tecnológico nacional. Se trata del “Desarrollo de la vacuna argentina ARGENVAC a subunidad para prevenir la COVID-19”, también conocida como Argenvac 221 y desarrollada por la Universidad de la Plata; y los “Estudios preclínicos para el inicio de una fase 1/2A con vacunas anti-COVID 19 de diseño propio”, del Instituto Leloir. Ambos serán financiados con $60.000.000., según anunció el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación

A su vez, ya fue adjudicado en junio de este año el proyecto de vacuna “ARVAC Cecilia Grierson: estudios pre-clínicos necesarios para avanzar hacia las fases clínicas”, de la UNSAM, liderado por la investigadora Juliana Cassataro, también por un monto de $60.000.000. En julio de 2022, esta vacuna ingresaría en fase 1 y para entonces se realizarán pruebas en grupos humanos reducidos hasta llegar a la fase 3, que contemplaría pruebas en grupos de entre 30 mil y 40 mil personas.

Argenvac 221 es un proyecto liderado por el bioquímico Guillermo Docena. Emplea como inmunógeno a la porción de la proteína S (o Spike) del SARS-CoV-2 denominada RBD. Es una vacuna de proteína recombinante, una tecnología que ya se aplica en las vacunas contra la Hepatitis B o el Virus de Papiloma Humano (VPH). Utiliza un adyuvante (sustancia que aumenta o modula la respuesta inmunitaria a una vacuna) y su plataforma es similar a la de la UNSAM.

El otro desarrollo está a cargo del biólogo molecular Osvaldo Podhajcer. Su plataforma es el uso del adenovirus humano serotipo 5 (AdV5), similar a Sputnik V, AstraZeneca y CanSinoY es una vacuna de una sola dosis.

“Está direccionado a células dendríticas y musculares que son las células que presentan la proteína al sistema inmune y activan la respuesta. Posee un promotor muy potente que aumenta la expresión de Spike 20 veces con respecto a la Sputnik”, indicaron desde la Agencia I+D+i. El surgimiento del proyecto se produjo a partir de una colaboración público-privada con la empresa biotecnológica Vaxinz.

Otra vacuna en fase preclínica que recibió apoyo financiero de la Agencia I+D+i es la que están desarrollando investigadores del Conicet en la Universidad del Litoral, junto a Cellargen Biotech SRL y Biotecnofe SA. Al igual que la de la UNSAM, su fórmula se basa en proteínas recombinantes.

Un quinto proyecto es encabezado por el INTA Bariloche con Laboratorios Bagó, que emplea la tecnología más moderna y que nunca antes se había utilizado en vacunas: la basada en ácido ribonucleico -o ARN mensajero- a partir de nanopartículas de lípidos. Las vacunas de circulación mundial que emplean esta plataforma son la de Pfizer y Moderna.

Además, investigadores del Conicet en la Universidad de Córdoba, junto a sus pares brasileños de la Universidad Federal de San Pablo y franceses de la Sorbona, trabajan en el desarrollo de una vacuna oral. Es decir, la protección contra el coronavirus llegaría con la ingesta de una pastilla. Se trata, sin embargo, de un proceso complejo, dado que los antígenos que activan la respuesta inmune deben superar un ambiente hostil para su llegada al intestino, como ser altas temperaturas, el pH gástrico y los jugos biliares y pancreáticos.

Fuente: TN

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