El esfuerzo de las escuelas rurales para garantizar el derecho a la educación

El esfuerzo de las escuelas rurales para garantizar el derecho a la educación
Con una inversión mensual de 100 millones de pesos, continúa la alimentación escolar con la distribución de 110.000 bolsones en todo el territorio provincial.

En tiempos de emergencia sanitaria, los equipos directivos de las escuelas rurales ponen su mayor voluntad para llegar a cada hogar a fin de acompañar a los estudiantes y generar los aprendizajes necesarios en cada trayectoria escolar.

Caso concreto son los docentes, directivos, preceptores y celadores de una escuela rural como la 4-186 Oscar Bracelis, ubicada en el Carrizal del Medio en Luján de Cuyo. Allí, se organizaron para salir a distribuir cada 15 o 20 días los bolsones con alimentos, equipamiento informático y material pedagógico para todos los estudiantes que viven en zonas alejadas y que tienen dificultades o se encuentran en situación de vulnerabilidad. Esta experiencia se repite en todas las escuelas rurales de Mendoza.

El equipo de la Escuela Bracelis que realiza la distribución está conformado por la directora Patricia Giménez; la regente, Cristina Rodríguez; los preceptores Juan Trefontane, Luis Humberto y Yemina Balboa, y los celadores Javier Martínez y Haydé Flores. Después que se realiza la entrega en la escuela para las familias más cercanas, preceptores y directivos hacen un recorrido de hasta más de 60 km por caminos de tierra y huellas entre medio de fincas entregando el material, hasta llegar al callejón Batistón, Costa Anzorena, del departamento de Rivadavia, donde viven cuatro alumnos.

“Algunas familias vienen a retirar los bolsones y se acercan a la escuela, y con otras familias llegamos a las casas de los estudiantes que viven en zonas alejadas y que antes usaban el transporte escolar que hoy, por supuesto, no está circulando. Al comienzo de la pandemia tuvimos casi 70 chicos del total de la matrícula que no se comunicaban con la escuela. Fue un trabajo junto a todo el servicio de orientación y los preceptores de localizar a todos esos chicos, sobre todo los de primer año. Como recién comenzaban las clases, no teníamos todavía sus celulares o cargados bien sus datos”, explicó la directora Patricia Giménez.

“Fue un gran trabajo. Comenzamos a usar los celulares y fotocopias con materiales pedagógicos. Es un trabajo donde los docentes demostraron mucha generosidad en varios aspectos. Tenemos diferentes picos con nuestros estudiantes, a veces están más activos y otras veces decaen. No queremos que se desanimen. Nuestros alumnos, la mayoría, realizan tareas agropecuarias, por eso tenemos que lograr cerrar el año antes de diciembre, porque luego se van a trabajar”, concluyó la directora de la escuela.

Luciana Núñez, una de las mamás que se acercaron hasta la escuela para retirar el bolsón y material pedagógico para su hijo que cursa el primer año, expresó que al comienzo fue más fácil, pero cuando transcurrieron los meses, su hijo comenzó a estar más decaído. “Estamos con toda nuestra familia ayudando y acompañándolo, dándole ánimo para que siga estudiando. Usamos el celular y las fotocopias para las tareas”, contó la mamá de Nazareno Reynoso, quien agradeció el esfuerzo que hace el equipo docente para que los chicos puedan aprender bien a pesar de la pandemia.

Por su parte, la regente Cristina Rodríguez, al final del recorrido, en el callejón Batistón, Costa Anzorena, que pertenece al departamento de Rivadavia, se mostró complacida al notar el esfuerzo de los chicos que esperaban la entrega del nuevo material y la devolución de sus trabajos.

“Estamos implementando los cuadernillos generados por la propia escuela. Además, ayudamos con ropa, zapatillas y acompañamos como podemos a las familias. Cada 15 días volvemos a cada casa y nos llevamos las tareas o las fotografiamos para que los profes puedan corregirlas. Cada vez que salimos a hacer este recorrido, partimos a las 10 de la mañana de la escuela y llegamos a nuestras casas a las 9 de la noche, cansados pero felices a la vez”, destacó Rodríguez.

Uno de los alumnos que vive en uno de los parajes más alejados, Guillermo León, estudiante de primer año de la Escuela Bracelis, contó que las tareas las va haciendo con los cuadernillos que les llevan los preceptores y cuando puede acceder a una señal se comunica por WhatsApp con los profesores cuando tiene dudas. “A pesar de que es difícil, lo voy haciendo como puedo”, dijo Guillermo.

Una inversión mensual de 100 millones de pesos en alimentación escolar

A partir de la suspensión de clases presenciales a mediados de marzo por la pandemia COVID-19, la Dirección General de Escuelas (DGE), a través de la Dirección de Alimentación Escolar, elaboró un plan ante la imposibilidad de continuar con las prestaciones alimentarias compuestas de alimentos frescos y secos que tradicionalmente eran enviadas a los establecimientos educativos para su preparación.

Para ello, se adoptó una modalidad compuesta por alimentos secos enviados mensualmente en forma de módulo alimentario (bolsón) a los alumnos que se encuentran en una situación de vulnerabilidad socioeconómica. La nómina de beneficiarios se obtuvo a través de un trabajo conjunto entre la DGE y el Ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deportes.

El director de Alimentación Escolar, Franco Pulido, remarcó que se asiste mensualmente con alimentos como leche, azúcar, aceite, fideos, arroz, etc., a más de 100.000 alumnos (105.000 para el mes de agosto y se estima que 110.000 para el mes en curso) de todos los niveles educativos en 1.471 establecimientos educativos de toda la provincia con una inversión que supera los 100 millones de pesos por mes.

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