La controvertida vida de Aaron Traywick, el «biohacker» que murió a los 28 años y quien decía tener una cura para el VIH
Su nombre era Aaron Traywick y su carrera fue una controversia.
El estadounidense de 28 años fue encontrado muerto en una cámara de hidroterapia de un spa de Washington D.C. el domingo pasado, informó la policía local.
Las autoridades dijeron que tras las primeras investigaciones nada sugiere de que se trate de un crimen.
«No tenemos ninguna evidencia que sugiera juego sucio», dijo la vocera de la policía Rachel Schaerr Reid, quien anunció que le realizarían una autopsia.
Traywick y la firma que dirigía, Ascendance Biomedical, se dieron a conocer por el suministro de fármacos experimentales que rozaban los márgenes de las leyes para el tratamiento de enfermedades.
Incluso llegó a afirmar que había desarrollado un «compuesto» que tenía el potencial de curar a una persona con VIH/sida y el herpes.
Sin embargo nunca presentó pruebas independientes de sus afirmaciones y algunos expertos llegaron a afirmar que era un riesgo para la gente.
El biohacker
El biohackeo se refiere a los esfuerzos de las personas para modificar su propia biología.
Para realizarlo, utilizan una variedad de medios que incluyen cambios de estilo de vida, cambios en su dieta, cirugías y el uso de terapias alternativas, muchas de ellas que no tienen licencia de las autoridades.
En esta nueva y muchas veces controversial área era en la que Aaron Traywick desarrolló su carrera.
Nacido en el estado de Alabama, en el sur de EE.UU., Traywick realizó estudios de Filosofía, Medio Ambiente y Sociología en la Universidad de Montevallo, una institución pública que se identifica con las «artes liberales».
Trabajó en varias firmas de biotecnología, como Global Healthspan Policy Institute, hasta que en 2016 creó su propia firma, Ascendance Biomedical.
«Tengo un gran deseo de dar una solución positiva a los problemas de injusticia que afectan los derechos humanos y el entorno natural», se describía Traywick en un perfil de LinkedIn.
Para él, la solución era mejorar la relación entre instituciones públicas y privadas para «beneficio de las generaciones futuras».
Sus polémicas pruebas
En los meses recientes, Traywick realizó varios experimentos controversiales, como el que hizo frente a una audiencia en vivo al inyectarse un producto de su compañía en su pierna para tratar el herpes que padecía.
En el escenario, en la ciudad de Austin, Texas, dijo que era un «compuesto de investigación» desarrollado por Ascendance Biomedical y que representaba una cura alternativa.
En una conversación con la BBC matizó sus afirmaciones.
Lo describió como un «tratamiento» que tenía el objetivo de atraer la atención de la Administración de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés), la institución gubernamental encargada de aprobar los fármacos y tratamientos en el país.
Sin embargo, su firma se enfocaba principalmente en lo que llamaba «terapia genética para la eliminación a gran escala del VIH/Sida, la vacunación y el despliegue de emergencia«.
Se enfocaba en el anticuerpo identificado como «N6», el cual «se ha encontrado en un sujeto saludable que transporta el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), pero suprime por completo la enfermedad», según su web.
Sin embargo nunca hubo pruebas independientes de que su «terapia genética» tuviera un resultado positivo.
En algún momento dijo que quería llevar su trabajo experimental a Venezuela para darle tratamiento a quienes no tienen otra alternativa.
¿Sobrepasaba la ley?
Traywick realizaba prácticas que rozaban los márgenes de la ley, como la automedicación que se practicaba en sí mismo y que alentaba a otros a realizar.
Aunque él llamaba a sus productos «compuestos de investigación», en conversaciones a menudo lo llamaba «tratamiento», algo por lo que podría ser perseguido judicialmente por la FDA.
La agencia del gobierno de EE.UU. califica de «peligrosas» a compañías de experimentación como las de Traywick.
Cuando el periodista Dave Lee, de la BBC, cuestionó a Traywick si era ético alentar a las personas enfermas a actuar como conejillos de indias, Traywick respondió: «Todo lo que sabemos es que si funciona no morirán».
El trabajo de Traywick también ha causado preocupación entre otros miembros de la comunidad de biohackers.
«La idea de que cualquier científico, biohacker o no, haya creado una cura para una enfermedad y no tenga pruebas ni datos es más ridículo que creer que el combustible para aviones derrite las vigas de acero», escribió Josiah Zayner, un científico que también trabaja con los medicamentos «bricolaje».
Fuente: BBC