La escuela Calzada de San Rafael celebró 30 años de vida

La escuela Calzada de San Rafael celebró 30 años de vida

La escuela 4-129 Ana Enriqueta Guyot de Calzada, de San Rafael, celebró su trigésimo aniversario con el lema “No hay hazaña más hermosa que aquella en la que uno, por pasión, se aventura a vivir”. Durante el acto se impuso el nombre “Profesor Oscar Ruiz” a la sala de preceptores.

La ceremonia se llevó a cabo este miércoles en el establecimiento educativo, ubicado en Coronel Plaza 546, de la ciudad de San Rafael, y contó con la asistencia de la supervisora de la Sección XVI, Silvia Vega y los ex directivos de la institución Enrique Masciotti, Susana Zurli, Alicia García, César Aquinchay, Raúl Zapata, Adriana Alós y Lilian Tapia, quienes recibieron un reconocimiento por su “apasionada labor educativa” y como símbolo del “entrañable cariño que sus huellas han dejado en la escuela”.

La comunidad educativa disfrutó de la actuación de la Banda de Música de la Policía Regional Sur «Felipe Rodríguez Servín», y del show artístico brindado por el cantante César Moyano; el grupo musical formado por César Tobio en guitarra y Valeria Hurtado en voz y flauta; y el director del coro municipal Bernardo Ríos, junto a la danza contemporánea interpretada por Sol Olguín y Camila Fliguer del instituto Espacio Owo, y el baile folclórico, a cargo de los estudiantes Lucila Vargas, Ticiano Ortega, Eduardo Torrejón y Tais
Murcia, quienes bailaron chacarera, zamba y escondido.

Sobre la escuela Calzada

La directora de la institución, Marcela Torres, destacó que sienten profunda felicidad porque celebran la vida de esa construcción colectiva llamada escuela, donde cada estudiante, directivo, docente, preceptor y celador, deja su impronta, ideas y pasión.

Más adelante Torres señaló que “nos hermana la esperanza en nuestros jóvenes y la más íntima convicción de que es a través de la educación que vamos a trascender, ser mejores seres humanos y hacer de nuestro mundo, uno mejor. Esto es lo que enciende la llama, la pasión por enseñar, por poblar escuelas, por habitarlas y desde allí tejer posibilidades, entramados de vidas más justas, con menos desigualdades”.

También destacó que la escuela conserva la misión con la que fue concebida por la querida profesora Teresita Celsa Ponce: brindar una educación inclusiva, de calidad y respeto a la diversidad. “Teresita no concebía que jóvenes de San Rafael quedaran sin un banco para terminar su secundario, y con ese espíritu, nació la escuela Calzada”, rememoró Torres.

Continuando con la historia institucional, la profesora comentó que, inicialmente, surgió como un anexo de la escuela Manuel Ignacio Molina, y que en 1993 logró autonomía. El establecimiento funcionó en la Cruz Roja, en calle Comodoro Pi y el chalet de Calzada, hasta que se trasladó a su edificio propio el 17
de setiembre de 2001, con el actual nombre “Ana Enriqueta Guyot de Calzada”, en homenaje a la distinguida docente de historia, quien desempeñó su profesión en San Rafael.

Finalmente, al trazar la analogía de la antorcha encendida, la directiva agradeció el compromiso y responsabilidad de todo el personal, equipo directivo, estudiantes y familias, actuales y pasados,
así como el respaldo de la supervisora Silvia Vega, porque han permitido mantener la magia y la luz de ese fuego nacido hace 30 años.

Imposición de nombre a la sala de preceptores Durante el acto, se impuso el nombre de Oscar Ruiz a la sala de preceptores, en reconocimiento “al valor incalculable del inolvidable jefe de preceptores”. El descubrimiento de la placa recordatoria, estuvo a cargo de familiares de Oscar Ruiz, la ex directora Susana
Zurli, la supervisora y el equipo directivo integrado por Marcela Torres, Daniel Ortiz y Renata Macovaz.

En tanto, la profesora Stella Maris Camacho dirigió unas palabras de homenaje al preceptor, quien fuera el responsable de la escuela Calzada cuando funcionaba como anexo del Colegio Nacional. Ruiz era profesor de Psicología, se desempeñó 39 años como preceptor, se jubiló en 2007 y falleció en 2022 a los 78 años de edad.

Amaba los libros y la agricultura y fue un excelente estudiante y deportista. Además, fue “una gran persona, compañero incondicional, afectuoso, amable, dedicado, comprometido, simpático, alegre, bondadoso, sereno, apacible y carismático. La sala que lleva su nombre fue testigo de su amor y entrega en la hermosa tarea docente. Su recuerdo quedará para siempre en los privilegiados que lo conocimos”, añadió la profesora.