La lección de la computadora que predijo que Estados Unidos ganaría la Guerra de Vietnam

La lección de la computadora que predijo que Estados Unidos ganaría la Guerra de Vietnam

La Guerra de Vietnam fue la más documentada de la historia militar, la que tuvo más cobertura periodística, la más visible. En ninguno de los conflictos previos el público y los militares habían sido inundados con tal cantidad de información.

No fue la primera vez que se utilizaron computadoras en conflictos bélicos; ya Estados Unidos las había usado en la Primera Guerra Mundial para procesar pruebas psicológicas a gran escala de conscriptos.

El Departamento de Guerra mantuvo registros de los soldados hechos prisioneros en las operaciones en Europa y el Pacífico valiéndose de tarjetas perforadas durante la Segunda Guerra Mundial, y en la Guerra de Corea, el conteo de caídos en acción, desaparecidos y heridos era sistematizado.

Y mucho más.

Pero nunca al nivel de la también conocida como Segunda Guerra de Indochina o la Guerra de resistencia contra EE.UU., como se llama en Vietnam.

Fue la primera guerra en la historia militar que se llevó a cabo con la asistencia a gran escala de datos electrónicos.

Realidad por computador

El generador de esa política fue el secretario de Defensa Robert McNamara, quien asumió el cargo en 1961 y, usando computadoras como herramientas analíticas, hizo cambios fundamentales en las técnicas de información del departamento.

Tarjetas perforadas

Para 1965, en la Casa Blanca y el Pentágono había enormes equipos instalados, y en 1968 el alto comando estadounidense ya contaba con computadoras en Saigón.

McNamara además empezó a utilizar data generada por las computadoras en la toma de decisiones, una iniciativa precursora que ganó tanto adeptos como adversarios.

La experiencia del secretario de Defensa había sido casi exclusivamente con el uso de evidencia estadística para motivar y controlar decisiones de gestión de empresas.

Había tenido tal éxito con ese método en el mundo de los negocios que estaba convencido que la información -los datos analizados- eran el soporte de la toma de decisiones críticas y la formulación de políticas.

Así que empezó a recabar información cada vez más sofisticada, que se fue acumulando hasta que las medidas que citan los historiadores se vuelven casi incomprensibles… ¿1.700 metros cúbicos de papel en uno de los archivos?

Dos historias

soldado y bandera de EE.UU.

Para los militares, era una locura lanzar operaciones basándose en estadísticas. Al fin y al cabo, decían, la guerra es un arte, no una ciencia.

Una historia que circulaba en la época parece resumir la relación entre los militares y las computadoras.

Las fechas cambian dependiendo de quién la relate pero digamos que sucedió en 1967.

Los civiles involucrados en la guerra se dirigieron al sótano del Pentágono, donde las computadoras ocupaban todo el espacio.

Introdujeron con tarjetas toda la información de lo que se podía cuantificar: número de barcos, de tanques, helicópteros, artillería, ametralladoras, municiones, tamaño de las fuerzas, población, economía… todo.

Una vez terminaron, le preguntaron a la computadora: «¿Cuándo ganaremos en Vietnam?», y se fueron a sus casas mientras la máquina hacía sus cálculos.

Cuando regresaron al día siguiente había una tarjeta en la bandeja de salida.

Decía: ‘Ganaron en 1965‘.

Por supuesto que es un chiste, aunque algo amargo.

Sin embargo, también es una lección que vale la pena recordar en esta época intoxicada de datos: como dice Alexis Madrigal en la revista The Atlantic, quien investigó si la historia era real o apócrifa, un modelo no es el mundo real.

Quién sabe si la guerra es un arte -como pensaban los militares-; de serlo, es el más macabro. Pero el correr del tiempo comprobó que las computadoras y sus descendientes habían llegado para quedarse.

Hoy en día, las guerras se pueden lidiar a control remoto.

Sin embargo, sigue siendo cierto que esos aparatos no pueden distinguir entre la población civil y los combatientes como lo puede hacer un humano, ni decidir no dispararle a un niño.

Otra historia, esta vez real, que relatan James S. Olson y Randy Roberts en su libro «Donde cayó el dominó», es una muestra.

En 1965, el presidente Lyndon Johnson envió dos batallones a defender la vulnerable base aérea en Danang.

«…3.500 soldados irrumpieron en la playa vestidos para la batalla, con rifles M-14, barcaza de desembarco, apoyo aéreo naval, tractores anfibios, helicópteros, howitzers 105mm, tanques M48 y rifles 106mm».

Pero en vez de una balacera, se encontraron con unas mujeres jóvenes vietnamitas que los estaban esperando en la playa con collares de flores para ponérselos alrededor de sus cuellos.

El sonriente alcalde de Danang les dio la bienvenida a las tropas a la ciudad. Los marines se montaron en camiones que los llevaron a la base aérea y durante todo el camino saludaron con la mano a miles de escolares alineados a lo largo de la carretera para recibirlos».

La realidad siempre tiene la capacidad de sorprendernos.

Fuente: BBC

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