Millones de personas disfrutan este miércoles del «eclipse total de la superluna azul», un fenómeno visible principalmente desde Norteamérica, Asia y Oceanía.
Los eclipses lunares ocurren cuando la Tierra se encuentra entre el sol y su satélite, lo que —a diferencia de los solares—, es visible desde cualquier lugar del mundo, siempre que la luna esté sobre el horizonte en el momento del eclipse.
En este caso en particular, el fenómeno se destaca por la coincidencia de tres características que no ocurren simultáneamente desde el 30 de diciembre de 1982, donde fue visible en Europa, África y en el oeste de Asia. Por su parte, este suceso no ha sido visible en América del Norte desde el 31 de marzo de 1866, hace casi 152 años.
La tres características son: el eclipse lunar total, la superluna y la luna azul.
Durante la totalidad del evento, la luna entera se encuentra dentro del cono de sombra, aunque no desaparece de vista, sino que adquiere una tonalidad cobriza, razón por la que es bautizada «luna de sangre». Esto ocurre porque el satélite refleja la luz roja del sol refractada por la atmósfera terrestre, que solo filtra los componentes azules.
La superluna sucede cuando el satélite terrestre se encuentra en su perigeo, su punto más cercano a la Tierra (apogeo es el más lejano). En sus extremos orbitales, la luna llena puede verse hasta un 14% más grande y un 30% más brillante.
Por último, la luna azul es el nombre en inglés (blue moon) que se usa para denominar a la segunda luna llena del mes, un fenómeno que ocurre, en promedio, cada 2,7 años.
Originalmente, el término (blue moon) deriva de la expresión del inglés antiguo belewe, que significa «traidor», ya que no cumple con la habitual rutina de una luna llena por mes. Además, algunos autores apuntan a que la denominación nace porque en época primaveral implicaba extender el ayuno de la cuaresma.
Según datos de la NASA, en 2018 se producirán dos eclipses totales de luna, el 31 de enero y el 27 de julio.