Madrid eterno: a 912 días del 9/12

Madrid eterno: a 912 días del 9/12

Se cumple una fecha particular de la final que River le ganó a Boca. Todo cambió desde ese día, salvo la felicidad de los hinchas.

El 912 ya es tal vez el número más riverplatense que existe y existirá. Una marca que se registró hace ya dos años y medio, casi 30 meses, hace 130 semanas, hace 21.887 horas, hace 1.313.220 minutos, hace 78.793.200 segundos. Y hace 912 días.

Sí, este martes se cumplen 912 días del 9/12. El año ya ni hace falta decirlo, porque todos saben qué fue lo que pasó en la vida de River (y en la vida de Boca) un 9 de diciembre en el Santiago Bernabéu. Nadie olvidará, de hecho, lo que estaba haciendo en ese momento. Cuando el Pity empezó a correr hacia el fin del mundo como todos lo conocían, Marcelo Gallardo bajaba las escalinatas del estadio del Real Madrid con la total seguridad de que ese corner que ejecutó tres veces seguidas Cristian Pavón no terminaría en tragedia. Mario Pergolini, por ejemplo, apagó la tele. Los hinchas, todos, lloraron. Unos y otros. Messi lo vio en un palco pero jamás sabremos cómo: apenas quedó el registro de que se tomó la cabeza cuando Benedetto puso en ventaja a Boca por tercera vez en esa serie que fue casi tan interminable como lo será su resultado: casi un mes pasó desde un partido y otro, más de cuarenta días desde que el fútbol y la vida les cantó falta envido a River y a Boca y alguien aceptó por ellos. Un Mundial dura menos. Y tiene menos réplicas, también. Infinitamente menos.

El arcoiris que se asomó en Buenos Aires después de la tormenta y la fría y cerrada noche en Madrid estuvo conectado como Puerta del Sol y el Monumental con todas las plazas neurálgicas de la Argentina y al Obelisco, donde entre las decenas y decenas de miles de personas que allí festejaban sin barbijos se encontraba, por ejemplo, un Enzo Fernández de 17 años. En Rusia, por caso, Driussi celebraba a pura gastada en las mismas redes que hoy hacen ilusionar a los hinchas con su regreso.

Y es que sí, pasó ya un buen tiempo. Un dólar salía 36,80 pesos en un país que empezaba a desangrarse pero que aún no debía afrontar los vencimientos de una deuda a 100 años ni una pandemia que lo condenaran. El mundo tenía otros problemas. Estados Unidos comenzaba a retirar sus tropas de Siria, Francia vivía un estallido social con el movimiento de los chalecos amarillos por la suba de precios a los combustibles. La OMS alertaba por un listado de ocho enfermedades que aparecían como un riesgo mundial: «La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, el virus del Ébola, el Síndrome Respiratorio Agudo Grave, la fiebre del Valle del Rift, el Zika, la Enfermedad X y, la enfermedad por virus de Marburgo, la fiebre de Lassa, y -por último- el síndrome respiratorio por Coronavirus de Oriente Medio». China, horas antes del River-Boca, en otra: mandaba una nave a explorar el cráter Von Karmar en la Luna.

En Argentina algunos todavía se aplaudían por la organización del G-20. Otros festejaban un nuevo Nunca Más: por esos días la Corte Suprema dio vuelta su propio fallo por el 2×1 a represores durante la dictadura después de la masiva respuesta popular y parlamentaria. Y al mismo tiempo se anunciaba la denuncia de violación contra Juan Darthes, hoy fuera del país.

El mundo seguía corriendo, pero para los hinchas de River acababa de frenarse. Nadie olvidará ese 9/12: ni Gallardo, ni Barros Schelotto. Ni Miguel Russo, que -vaya paradoja- también estuvo en el Bernabéu acompañado por Ramón Díaz para llevar la Copa en la previa al partido. Se puede decir entonces que el actual DT de Boca es uno de los pocos que quedan de su equipo que estuvieron ese día en la cancha del Real Madrid. Ya por esos días Olé se preguntaba si Tevez seguiría en el club o se iría: la salida de Carlitos fue una de las últimas de esa generación que hoy apenas cuenta con Izquierdoz, Rossi, Cardona, Almendra, Pavón y Villa. En River la sangría también existió. Y con un dato particular: Pratto, Quintero y el Pity Martínez, los goleadores eternos, sufrieron lesiones graves, de más de medio año inactivos, durante estos 912 días.

Por lo demás, el que sigue en su silla es un tal Marcelo Daniel Gallardo.

Fuente: Olé

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